La gran fila Santiago Sierra

19.11.20-28.11.20

Los efectos de la crisis por la COVID19 no han sido únicamente de carácter sanitario. La declaración del estado de alarma en España y el confinamiento completo de la población durante más tres meses paralizó toda actividad que no fuese considerada esencial, provocando la caída del producto interior bruto nacional, endeudando al estado y sobre todo condenando a gran parte de la población al desempleo y la miseria. Los trabajadores que pudieron acogerse a Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTES) veían cómo las ayudas tardaban meses en tramitarse. Cientos de miles de familias quedaron desprotegidas.

En este contexto surgieron por toda la ciudad de Madrid lo que los medios rápidamente bautizaron como “colas del hambre”. Miles de personas acudían cada día a diferentes instituciones de beneficencia y esperaban durante horas, guardando la distancia de seguridad, por un plato de comida o una bolsa de alimentos que poder llevar a casa. No se había visto nada así en España desde los tiempos de la postguerra. Estas instituciones, que en 2019 ya habían atendido a 1.050.684 de personas y habían repartido 21 millones de kilos de comida en todo el país, vieron multiplicada la demanda hasta colapsar sus recursos. Los barrios se auto organizaron ante la inacción de los políticos y muchas asociaciones de vecinos de la periferia crearon sus propios bancos de alimentos.

Ante la paralización de toda actividad cultural y la cancelación de todos los proyectos y exposiciones, el estudio de Santiago Sierra se dedicó a documentar esta realidad histórica utilizando para ello, como suele hacer habitualmente, los recursos formales del minimalismo. Ya en una performance anterior (10 EUROS, PAC Padiglione d’Arte Contemporanea, Milán, Italia, marzo de 2017), que funciona en cierto modo como precedente de LA GRAN FILA, Sierra convocó a cientos de personas mediante octavillas y boca a boca a las puertas del PAC, y aguardaron durante horas conformando una gran fila humana para recibir un pago de 10 euros.

Desgraciadamente en este caso la convocatoria no fue necesaria, sino que bastó con rodar las diferentes filas que proliferaban por toda la ciudad de Madrid siguiendo siempre un mismo patrón. El resultado es un video abrumador, donde con muy pocos elementos se refleja toda la zozobra y la situación desastrosa que aún está viviendo nuestro país.